En respuesta al artículo de opinión Contra las pseudociencias y las artes mágicas quisiera aportar algunas consideraciones con la intención de hacer ver cuál es la misión de la medicina en el siglo XXI y lo que médicos y pacientes viven en el día a día basadas en mis más de 30 años como médico clínico.
En los últimos 115 años se han producido cambios que han llevado a pensar que la medicina es exclusivamente una ciencia y que podemos resumir en tres aspectos fundamentales a mi juicio:
1- El informe Flexner (1910) estableció la formación académica de los médicos en los Estados Unidos, facilitó el desarrollo tecnológico y científico y la creación de las especialidades.
2- En la década de los 90 la medicina basada en pruebas nació como una necesidad de disminuir la variabilidad en la práctica médica y la incertidumbre en la toma de decisiones clínicas. Se enfatizó en el componente biológico de la actividad médica, considerando los ensayos clínicos la única fuente de información a la hora de tomar decisiones, sin tener en cuenta los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del paciente.
3- Los avances tecnológicos y su difusión a través de todos los medios sociales ha llevado a pensar a muchos ciudadanos que cualquier problema o dolencia tiene su correspondiente prueba y tratamiento.
Es en este escenario, en el que probablemente los autores opinan que se mueve la medicina. Pero en el año 2015 la medicina sigue siendo el arte de curar y terapeutas y pacientes buscan las mejores opciones posibles por los siguientes motivos:
1- Es necesario volver a humanizar la medicina para mejorar nuestra eficacia, efectividad y la satisfacción de médicos y pacientes. Una de las quejas principales de los pacientes es que la atención sanitaria ha ido progresivamente deshumanizándose y múltiples estudios demuestran que esta es la causa principal para la búsqueda de otras terapias. Las fuentes de conocimiento, entendiéndolo como la representación de una realidad, según el físico J. Wagensberg son el científico, que trata el nivel más bajo de complejidad, el artístico y el divino o revelado, que trata de los niveles más complejos. Ignorar este aserto, nos lleva muchas veces al fracaso, porque como Antonio Damasioenfatiza “si la solución que se propone para el sufrimiento elude las causas del conflicto, no es probable que funcione durante mucho tiempo. Puede tratarse un síntoma pero no hace nada a las raíces de la enfermedad”. Para poder ver esta realidad es imprescindible trabajar codo a codo cada día con los pacientes, comprender y constatar lo poco que sabemos y lo mucho que queda por aprender de ellos y también de técnicas terapéuticas que los autores desdeñan y que la experiencia y la investigación científica han mostrado de utilidad y la Organización Mundial de la Salud defiende. Es muy posible, que millones de pacientes, miles de médicos y múltiples Sociedades Científicas no estén equivocados.
2- Es fundamental comprender que para la toma de decisiones clínicas es necesario el conocimiento de las pruebas (medicina basada en la evidencia) pero no suficiente. A pesar de las investigaciones y ensayos clínicos solo un 15% aproximadamente de los tratamientos que empleamos habitualmente han probado su beneficio, y baste como ejemplo que tratamientos cotidianos como los antidepresivos no demuestran ser mejor que el placebo en el tratamiento de la depresión leve y moderada. ¿Qué debemos hacer en el 85% de las situaciones restantes y cuándo los tratamientos habituales no funcionan? Decía Séneca que “no hay viento favorable para el que no sabe dónde va”, y eso sucede a diario en nuestras consultas cuando solicitamos pruebas o empleamos tratamientos sin tener en cuenta de qué modo reducen la incertidumbre sobre el problema diagnóstico o ayudan a solucionar el problema de salud del paciente, y son por tanto de mayor beneficio que perjuicio para el paciente.
3- La necesidad ineludible de la práctica de una medicina holística personalizando e individualizando el tratamiento de cada paciente empleando en ello nuestra experiencia y sus preferencias. A.Jovell propone la práctica de una medicina basada en la afectividad para alcanzar mejores resultados mediante la combinación de técnica y corazón, conocimiento y valores, conocimiento científico y humanismo en el cuidado de los pacientes. En las últimas décadas se valora la importancia del mindlines como conjunto de experiencia, opiniones de colegas, opinión del paciente, conocimiento heurístico, reglas generales y condiciones particulares socio sanitarías entre otras fuentes de información (Gabbay y Le Mai) en la toma de decisiones médicas. La relación médico-paciente sigue siendo una relación de ayuda (C. Rogers) en búsqueda de soluciones para el paciente y para ello el médico como G. Marañón decía debe“amar al paciente”. El médico que utiliza el método clínico centrado en el paciente es más efectivo en el tratamiento de problemas de salud, pero, esto requiere una actitud abierta y receptiva cuya habilidad fundamental es la escucha activa. Podemos ser de mucha ayuda si empleamos nuestras mejores “drogas”, que como M. Balint decía, somos nosotros mismos, los terapeutas.
4- El papel del paciente ha cambiado en la toma de decisiones de modo que las decisiones en la consulta deben ser compartidas (G, Elwyn) considerando al paciente un experto en su propia salud.
En definitiva, creo humildemente que parafraseando a uno de los más grandes terapeutas del siglo XX, Albert Ellis solo podemos ser útiles para los demás si tomamos el camino de la tolerancia y nos mostramos abiertos y dispuestos a aprender de corazón los unos de los otros.
José Ignacio Torres Jiménez