En busca del método: la homeopatía como camino.  

En ciencia no hay certezas absolutas. El conocimiento científico es conjetural, hipotético. En consecuencia, en ciencia no hay autoridades.
Mc Intyre and Popper
 

Muy a menudo, más de lo que hubiera deseado, me he encontrado con médicos orgullosos, convencidos de su conocimiento y su poder. Siempre he desconfiado de ellos, como médico y como potencial paciente. Pero también he conocido médicos humanos, competentes, trabajadores y humildes. Me he fiado de su ejemplo, sus enseñanzas y su capacidad para ayudar a los pacientes, de sus métodos.

Recuerdo de mis años de residencia un cirujano al que sus propios compañeros llamaban “el médico” porque escuchaba a los pacientes, les exploraba y atendía con afecto. Pero, además era el mejor en el quirófano, por conocimiento y técnica quirúrgica. Los especialistas y los residentes intentábamos que tratara a nuestros pacientes. Y el con su sonrisa y su estetoscopio estaba disponible incluso los días festivos.

La medicalización de la vida1 y la tecnificación de la medicina han convertido la labor del médico a menudo en una combinación de solicitador de pruebas por una mal entendida defensa ante cualquier duda diagnóstica y prescriptor de medicamentos en función de la influencia de la industria farmacéutica y los líderes de opinión con la autoridad de la interpretación de las pruebas científicas de los ensayos clínicos.

Considero imprescindible el empleo de las pruebas cuando son sólidas, de modo que, por ejemplo, informo del riesgo cardiovascular y de fracturas por osteoporosis a mis pacientes empleando las herramientas disponibles actualmente2,3,4 y observo que es frecuente la prescripción farmacológica en muchas ocasiones cuando no es necesaria ni recomendada por las pruebas científicas1 y, en general, con buena aceptación por parte de los pacientes que mayoritariamente se resisten a suspender fármacos que no precisan. Es muy difícil argumentar la inutilidad de una estatina o un inhibidor de la bomba de protones, por ejemplo, con un paciente concreto que lo está tomando desde hace años.

Pero, en la gran mayoría de las consultas de un médico de atención primaria no es posible establecer un diagnóstico e incluso cuando el diagnóstico es factible solo disponemos de pruebas científicas sólidas para tomar decisiones en un 15-20% de los casos5.

En este contexto, el encuentro que produce la relación médico-paciente es un acontecimiento ético6. El objetivo del médico es conocer las necesidades del paciente y ayudarle a resolverlas dentro de sus posibilidades.

Partimos de la base que la necesidad del paciente es curarse y eso nos hace cuestionarnos en muchas ocasiones por qué acude a la consulta; y es que síntoma o enfermedad definida no es siempre el motivo de consulta7. También lo son pedir alivio, solicitar consejo, compañía, saber sobre su enfermedad, tener un lugar para hablar y ser escuchado o incluso desear ser un enfermo y resistirse a cualquier tratamiento8.Hace mucho tiempo que los pacientes vienen enseñándome este aserto. Recuerdo todavía un paciente que acudió a mi consulta con dolor de estómago. Después de hablar de su hija y llorar cuando le propuse explorar su abdomen me confesó que no tenía dolor de estómago. Venía a hablar y ser escuchado. Y es que la palabra es lo que estructura el vínculo entre médico y paciente y por eso escuchar es la premisa para conocer el origen del problema y plantear la posible solución9.

En su libro un hombre afortunadoJohn Berger nos dice que el doctor Sassall nunca separa una enfermedad de la personalidad general del paciente que la sufre; en este sentido es lo opuesto a un especialista. Antes de conocer la enfermedad hay que conocer a la persona y en el más propio sentido Orteguiano, sus circunstancias: desde que murió mi madre, desde que me despidieron del trabajo…

El método clínico centrado en el médico puede ser útil en situaciones de la consulta fácilmente predecibles, más frecuentes en la consulta de los especialistas, en las que disponemos de pruebas científicas de los métodos diagnósticos y terapéuticos; y cuando con estas premisas se utiliza el método centrado en el paciente es probable que mejoremos la eficiencia por un mejor cumplimiento al tomar decisiones conjuntas e incluso que cumplamos los objetivos del paciente cuando el motivo de consulta no es exclusivamente curarse. Sin embargo, al menos en mi opinión, siguen quedando muchas preguntas sin resolver, diagnósticos sin concluir, dolencias por mejorar.

Por eso, para poder ser un médico eficaz es necesario un método de trabajo.

El método homeopático, con su entrevista ampliada10 nos permite adentrarnos de manera profunda y precisa en la personalidad del paciente, sus circunstancias como factores causales de la enfermedad y sus síntomas particularizando e individualizando el modo de enfermar de manera que nos permita prescribir un tratamiento a medida para cada paciente.

Para explicárselo al paciente solemos decir, por ejemplo, que el antihistamínico es como comprar una prenda en la tienda y el medicamento homeopático un traje a medida.

Y casi todo el mundo prefiere ser entendido de forma particular y única.