El pasado 28 de febrero, el Ministerio de Sanidad junto al de Ciencia, Innovación y Universidades hicieron público un informe que clasificaba como “pseudoterapias” 73 técnicas o prácticas sanitarias que no avalan su eficacia y seguridad. Al tiempo que pone cerco a otras 66 terapias para verificar su calado científico, entre las que se encuentran la acupuntura, la homeopatía, la musicoterapia, la gestalt, el yoga, por citar solo algunas.
La ministra de Sanidad, doctora Carcedo, exhortó a los médicos y demás profesionales sanitarios para que contribuyan a que no prosperen los bulos y falacias que rodean a las pseudociencias, que pueden contravenir o reducir la eficacia de los tratamientos desde la evidencia científica y terapéutica.
Por su parte, Pedro Duque, ministro de Ciencia, pidió sensatez a los medios de comunicación para potenciar el sentido crítico entre las personas.
Este primer grupo de 73 técnicas o prácticas sanitarias que han caído en esta lista negra serán objeto de una campaña del Ministerio para que la población las evite y no se dejen engañar. Entre ellas hay técnicas como el análisis transaccional, cuya concepción simbólica de la personalidad que Eric Berne concibió sobre el padre, el adulto y el niño ha facilitado la comprensión de muchos conflictos personales;feng shui que nos ayuda a la distribución más armoniosa de los espacios que habitamos;hipnosis ericksoniana, cuyo fundador Milton Erickson fue uno de los más prestigiosos psicólogos. Nacido en 1901 se graduó en psicología y medicina. En 1948 se convirtió en el director clínico de la Universidad de Arizona. Falleció a los 79 años en 1980, tras inaugurar la Milton Erickson Foundation. Podemos decir que en la hipnosis ericksoniana se conduce a la persona hacia un estado de profunda relajación para crear nuevos aprendizajes para cambiar conductas, hábitos y patrones de comportamiento. El estado de trance que se persigue mediante la hipnosis es en realidad un fenómeno natural, que a veces ocurre espontáneamente mientras te cautiva una ensoñación, o cuando te absorbe la lectura de un libro, o una música, o una conversación con otra persona. Los estados de trance también ocurren incluso cuando conduces por una ruta conocida y no recuerdas haber tomado las curvas y salidas correctas.
Este primer grupo de 73 técnicas o prácticas sanitarias que han caído en esta lista negra serán objeto de una campaña del Ministerio para que la población las evite
Otras de las técnicas denostadas son: la radiestesia, practicada con un péndulo o con dos varillas. Se trata de una técnica con una tradición de más de 4.000 años, y que quizás donde más se ha utilizado es en encontrar los sitios más favorables para la excavación de pozos de agua. Recuerdo cómo en mi infancia, un sacerdote estuvo con mi padre en un terreno de la Cendea de Zizur con dos varillas que llevaba en paralelo en cada mano y que se ponían en línea en un determinado punto. Este hombre determinó con precisión matemática que a determinada profundidad había agua. Antiguamente, cuando no existían los escáneres, ni resonancias, era utilizado para el diagnóstico;lo mismo que la iridología, que intenta diagnosticar a través del iris. He conocido a personas que han quedado sorprendidas de la información recibida y que ellas conocían por métodos convencionales. En esta lista también aparece la terapia bioenergética desarrollada por Alexander Lowen, discípulo de Wilhem Reich, que a su vez fue discípulo de Freud. Médico austriaco de origen judío, fue uno de los pioneros de la sexología, en un tiempo donde hablar de sexo no solamente era tabú, sino peligroso. Todas estas terapias o técnicas desaparecerán, en palabras del ministro Duque, de los estudios universitarios. No hay que dejar rastro para las supersticiones en el mundo académico. Esta lista es la primera acción del Plan para la Protección de la Salud frente a las pseudoterapias, que fue anunciado el pasado mes de noviembre.
Creo que esta campaña, emprendida con la intención de salvaguardar la salud de la población, confunde el mensaje con el mensajero. Harían muy bien los ministerios en velar por la sociedad de la mala praxis en hospitales y centros sanitarios, que sin ningún aval científico, pongamos por ejemplo en ginecología, se rasga a las mujeres parturientas por protocolo, o se adelantan partos a conveniencia o más grave todavía, se realizan cesáreas a demanda, siempre y cuando puedas pagarla. De la misma manera que harían muy bien en controlar quién aplica estas técnicas o terapias y si tienen la preparación adecuada o no hay detrás más que un enriquecimiento en el que se juega con la salud e incluso la vida de las personas. Harían muy bien la ministra y el ministro astronauta en vigilar si la industria farmacéutica premia a los médicos que utilizan sus productos más allá de las necesidades terapéuticas.
Una campaña mal planteada que rezuma ignorancia e intolerancia que tanto nos alarma en cuestiones sociales y políticas y que suena más a tiempos de la inquisición. Una peligrosa involución.
No parece muy acorde con cuidar a los ciudadanos cuando se quiere impedir que las personas hallen alivio en terapias que se pueden añadir a otros tratamientos hospitalarios convencionales, complementarios y no alternativos.
Termino con unas palabras del escritor húngaro Sándor Márai cuando decía: “Los sabios de las grandes culturas antiguas, los astrónomos y químicos asirios, babilonios y caldeos carecían de instrumentos, y sin embargo vivían muy cerca del rumor del mundo, oían todos los sonidos del cielo y la tierra, los percibían y sacaban conclusiones precisas. En cambio, nosotros, con nuestros telescopios y microscopios, conocemos los detalles con mayor precisión, pero estamos más alejados del conjunto, del todo”.
El autor es psicólogo clínico